CiudadanosEl caso de Ciudadanos, el partido naranja, es digno de estudio. Desde su fundación, crecimiento, máximo esplendor (rozando la gloria), y en estos momentos en vías de extinción; sin duda formará parte del temario de todas las Facultades de Ciencias políticas. El nacimiento de Ciutadans tuvo lugar en Barcelona por un grupo de intelectuales que querían un partido de corte liberal, no adscrito a ninguna de las tendencias imperantes derecha-izquierda u ideología catalanista. Un tipo de formación política que nunca ha conseguido arraigar en España. Se confió el liderazgo y cabeza de lista a Albert Rivera, licenciado en Derecho. Aún recuerdo el cartel electoral con un joven A. Rivera completamente desnudo y el eslogan: “Ha nacido tu partido. Solo nos importan las personas”. Corría el año 2006 y en su debut en las autonómicas catalanas obtuvo un resultado puramente testimonial: 3 diputados. Pero por algo se empieza, y la verborrea de Albert y su aparición en los medios fueron manteniendo la visibilidad del partido, que ya en los siguientes comicios generales, autonómicos y municipales se presentó a escala nacional con el nombre de Ciudadanos; y siguiendo la tónica de unos resultados discretos. En 2014 se alía con la UPD de Rosa Diez para pilotar una 3ª vía entre PP y PSOE, pero no cuajó. En España, como se está viendo, estas formaciones no tienen el predicamento de los ciudadanos, y UPD acabó desapareciendo.
A partir de 2015 llega el despegue de Ciudadanos. Los mentideros dicen que las élites económicas apuestan por él y en las elecciones generales de ese año obtienen 40 diputados y en las autonómicas catalanas 25, siendo la 2ª fuerza más votada. Alcanza su zénit en Catalunya en las del 2017 en que es el partido más votado y obtiene 36 diputados, no obstante no consiguen gobernar por la alianza de todas las formaciones independentistas en su contra. En España esto sucede en las elecciones de Mayo de 2019, en que es la 3ª fuerza más votada con 57 diputados, solo por detrás de PP y PSOE, y clave para formar Gobierno. Pero ahí se vio que Rivera no supo estar a la altura de las circunstancias porque en las negociaciones no se alió ni con unos ni con otros, ni contigo ni sin ti, forzando nuevos comicios. Y esto no se lo perdonaron, ni los poderosos ni los votantes, y en los resultados de Noviembre vino el descalabro. De 57 diputados pasó a 10. Albert asumió la debacle y su culpa dimitiendo. Fue el principio del fin. Los resultados en las siguientes convocatorias electorales siguieron la misma tendencia.
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Febrero 2021: Parlamento catalán de 36 a 6 diputados.
Mayo 2021: Comunidad de Madrid de 26 a 0 diputados.
Febrero 2022: C. Castilla y León de 13 a 1 diputado.
Junio 2022: C. Andalucía de 21 a 0 diputados.
Ante este panorama es evidente que la responsabilidad de la hecatombe recae en las personas que ejercían el liderazgo: A. Rivera e I. Arrimadas, la 2ª de a bordo, principalmente. Yo no se si internamente se discutía o debatía la estrategia a seguir, las declaraciones a los medios, las decisiones que se tomaban, pero está claro que dando bandazos de un lado a otro extraviaron el rumbo y no supieron ver que se alejaban más y más de la realidad siempre cambiante y de sus electores. Muchas veces hay que saber delegar, rodearse de personas con talento que saben más que tu en diferentes temas, y escuchar, escuchar todas las opiniones, sopesándolas antes de tomar decisiones. Pero me da la impresión que esto no sucedió-sucede en Ciudadanos, y los egos de sus líderes les impidieron ver por donde soplaban los vientos, obcecados en su visión hasta el final. Una pena.