Es la emoción estúpido

Estamos viendo estos días en los Juegos Olímpicos como las emociones se desbordan, y ante un triunfo o la derrota, el cuerpo del atleta llevado al límite en la competición, tras ese instante supremo se derrumba y afloran las lágrimas.
Por un instante el tiempo se detiene, y aparte del detalle de ganar o perder, por su mente pasan en un segundo cuatro años de preparación, entrenamiento, esfuerzo, sacrificio e ilusión para conseguir el oro, el laurel olímpico con que se premiaba a los más excelsos en la antigua Grecia. Porque no nos engañemos, aquí no se compite por dinero, se compite por llegar a lo más alto, por el honor de pasar a la historia en la lista de los elegidos para la gloria.

      Dicen los estudiosos del cerebro que quedan fijados en la memoria los acontecimientos ligados a una gran emoción: el primer beso, el nacimiento de un hijo, un accidente, un triunfo profesional o deportivo, la pérdida de un ser querido, una catástrofe, etcétera, y es que a pesar de ser unos animales racionales muchas veces actuamos movidos por la intuición y la emoción. "El corazón tiene razones que la razón ignora" dijo Blaise Pascal. Y las emociones son las razones del corazón. Un lenguaje diferente que supera el peso de las palabras, que las rodea, las amplifica y las trasciende.
Quiero poner como ejemplo de liderazgo y trabajo en equipo la selección femenina de waterpolo y su entrenador Miqui Oca. Retrocedamos en el tiempo: Barcelona 92. Si, la selección nacional de waterpolo (Manel Estiarte, Pedro Garcia Aguado, Jesús Rollán, Jordi Sans, Miki Oca…) jugó la final contra Italia. Una final agónica, con tres prórrogas, y perdió.
Se puede revisitar el partido en la magnífica película 42 segundos. Ahí despuntó como líder Estiarte, el pegamento que unió al equipo en una piña. En el 92 no pudo ser, pero el talento, la calidad, el trabajo, el esfuerzo y el tesón estaban, y cuando esto es así, los objetivos, más pronto que tarde acaban llegando, y para este equipo la gloria le llegó 4 años después, en las siguientes olimpiadas de Atlanta 96, y ahora 30 años más tarde Miki Oca ha vuelto a surfear en la cresta de la ola. Dirigiendo a estas waterpolistas, juntos han vuelto a llegar a lo más alto. Mi más sincero reconocimiento y felicitación a toda una vida dedicada a este deporte.

      A otra que que hay que reconocer la trayectoria es a Anna Tarrés, la entrenadora de natación sincronizada-artística, que en París 24 también a llevado a lo más alto a la selección de China. Destituída en su dia como entrenadora del equipo español por sus métodos y críticas de las nadadoras, si tienen razón, allà ella con su conciéncia, nadie es perfecto, un mal dia lo tiene cualquiera, pero la trayectoria y el talento no se le pueden negar.
Como dice un refrán de cocina, pero que se puede aplicar a todo, “lo bueno (casi siempre) sale bien”.

Agosto 2024