Las pequeñas cosas

¿Hay trabajos de primera, de segunda, tercera o cuarta categoría? Personalmente pienso que no, que hay TRABAJO en mayúscula y punto. Como dice el refran "el trabajo dignifica al hombre", y cada uno de ellos posee intrínsecamente esta dignidad. Todos son importantes y si la sociedad los demanda y se realizan, es porque son útiles, necesarios y cumplen una función; y de alguna u otra manera contribuyen al bien común y a que esta sociedad sea más armónica y cohesionada.

Sin embargo, en nuestro país mucha gente todavía sigue viendo el trabajo como una extensión del estatus social. Los médicos, abogados, arquitectos, ingenieros y demás profesionales liberales, que junto a políticos, banqueros, clérigos y militares, sin olvidar, claro está, al funcionariado, son bien vistos y valorados. Todos ellos representan los privilegiados, la clase pudiente, los elegidos para la gloria. Y luego están los vilipendiados: peones del campo, de la construcción y de la industria, pastores, repartidores, cuidadores de gente mayor, camareros/as, las Kellys, etcetera, etcetera, la lista sería interminable. A estos nadie los valora, nadie se acuerda de ellos, aun cuando su trabajo es de vital importáncia para que todo funcione. Los autóctonos nos hemos vuelto muy señoritos y todos aspiramos al despacho con aire acondicionado de ocho a tres. La prueba son los casi tres millones de parados, que no es que no haya trabajo para ellos, sino que según qué tipo, no lo quieren hacer. Esa demanda la han cubierto un mismo número de inmigrantes que han venido a nuestro país a ganarse la vida, y que no se les caen los anillos por hacer estas faenas que nadie quiere.

No me acuerdo si fue mi padre o un maestro que me dijo que escogiera el trabajo que quisiera, pero que lo hiciera bien, con entrega, amor y dedicación. ¿Y esto como se hace? Pués poniendo los cinco sentidos en todo lo que hacemos. Es el mindfullnes que ahora está tan de moda. Poner atención plena en lo que estamos haciendo en el aquí y ahora, en presente. Y es que un trabajo bien hecho dice mucho de la educación y valores de la persona que lo desempeña. “Por sus obras los conoceréis” reza un pasaje del Nuevo Testamento, y ciertamente así es, porque el liderazgo también se manifiesta dando ejemplo, es más, es la única forma de liderar. Si se dice una cosa y luego se hace otra mal vamos, porque el personal enseguida se da cuenta de que el sujeto no tiene credibilidad, que no es de fiar, y que no es merecedor de nuestra confianza y lealtad.

Y a qué viene toda esta perorata os preguntaréis. Pues viene a cuento de una película de Wim Wenders que está en cartelera: A perfect day. Un día perfecto nos muestra el quehacer diario de un sencillo limpiador de servicios públicos en la superpoblada Tokio. Este hombre nos da una lección magistral de ética profesional y de filosofía de la vida; que la felicidad se encuentra en las pequeñas cosas del día a día. El trabajo bien hecho, el sol y la brisa en la cara de un paseo con bicicleta, una buena lectura, una canción inspiradora, contemplar la naturaleza, cuidar el jardín, el café de la mañana o el refresco al terminar la jornada laboral, el ritual de la higiene personal, y muchas otras, cada uno tiene que encontrar la suyas. Que sean felices, o al menos intentenlo.


Enero 2024