No todo vale

Vivimos tiempos convulsos. Llevamos un par o tres de años que podríamos hacer nuestro el título de la película “El año en que vivimos peligrosamente”. Si exceptuamos la erupción del volcán de La Palma, en que verdaderamente no tuvimos arte ni parte, todo lo demás lo hemos provocado nosotros. Las crisis financieras, la pandemia, las guerras, el cambio climático, las crisis energéticas, las hambrunas, las migraciones y los refugiados, y un largo etcétera.

Como puede ser que gestionemos tan mal nuestro planeta y sus habitantes (no solo humanos, todos los seres vivos), al fin y al cabo es nuestra casa común. Entre todos lo mataron y el solo se murió. Todos tenemos nuestra pequeña parte de responsabilidad, pero es evidente que los líderes que dirigen el cotarro tienen mucha más. Un gran cargo conlleva una gran responsabilidad. Políticos, empresarios, periodistas, deportistas, famosillos e influencers son responsables de lo que vierten en la caterva mediática. Y no todo vale. ¿Adónde se fue la ética? ¿Se nos perdió por el camino?

Un proverbio africano afirma que para educar a un niño hace falta toda la tribu, pero claro,¿que valores les mostramos a nuestros pequeños, jóvenes y adolescentes? No hay valores!!! Parece que todo vale, triunfan los mentirosos, los trepas, los aprovechados, los cínicos y sin escrúpulos, en definitiva los chicos malos. Hablo del mentiroso compulsivo D. Trump, de Putin, de J. Bolsonaro, de Xi Jimping humillando al anciano Hu Jiantao, de la soberbia y chulería de E. Musk, de B. Netanyahu, de la falta de credibilidad de P. Sánchez y G. Marlasca con los muertos de la valla de Melilla, del veleta A.N.Feijóo que donde dijo digo digo Diego en la renovación del CGPJ, de las proclamas de Jiménez Losantos, de la ex presidenta del P. de Catalunya L. Borràs, imputada por la adjudicación poco clara de contratos públicos, igual que su amigo diputado J. Dalmases. Y si entras en Twitter, You Tube, Instagram o Tik Tok y ves lo publicado por los que tienen más seguidores es para ponerse a llorar.

En fin, con estos mimbres es normal que los cestos no queden nada presentables. Es evidente que si seguimos andando por el mismo camino vamos directos al precipicio, hay que cambiar el paradigma, el enfoque y los objetivos. El envite es extraordinario (esta semana se alcanzaron los 8.000 millones de almas y subiendo) y nadie tiene una varita mágica para solucionarlo en un abrir y cerrar de ojos. Hay que ser más sostenibles porque el planeta ya no da más de sí. Los síntomas de agotamiento son palpables en todos los ámbitos. Es un objetivo común, en el que todos hemos de arrimar el hombro porqué está claro que si no hay un rearme ético-moral de la sociedad, encabezado por líderes íntegros, preparados y con una visión alternativa clara de hacia donde hay que ir, capaces de darle la vuelta como a un calcetín a la situación actual, al mundo le veo un futuro muy complicado, o directamente sin futuro. Y es una pena.

Noviembre 2022